Cinco parajes de postal en Cangas de Onís
Lagunas glaciares, ríos salmoneros, majadas de pastores, grutas laberínticas, cascadas cristalinas, frondosos bosques y atalayas desde donde divisar la inmensidad del mar y la montaña. Todo esto y mucho más, es lo que te ofrece el concejo de Cangas de Onís. Un paraíso natural a los pies de los Picos de Europa.
1. Lagos de Covadonga. Los lagos Enol y La Ercina, situados en la montaña de Covadonga, son dos de las lagunas glaciares más impresionantes y reconocibles de la Cordillera Cantábrica. El más grande, el lago Enol, a 1.000 metros de altitud, esconde en sus profundidades una imagen de la Virgen de Covadonga, ‘La Santina’, que protege la montaña. En la Vega de la Tiese y con el espectacular fondo del Macizo de las Peñas Santas a sus espaldas, se encuentra el Lago Ercina, un paraje de extraordinaria belleza donde el viajero comparte espacio con rebaños de ovejas, cabras y vacas que usan estos pastos en los meses de verano. En época de deshielo o grandes lluvias, surge en la montaña un tercer lago, El Bricial; una laguna rodeada por un precioso hayedo situada tras el Monte Mosquital y a los pies del Pico que le da nombre.
2. Majadas de La Llomba y Belbín. Cerca del Lago La Ercina se encuentran dos de las majadas más bonitas del Parque Nacional. El punto de partida para esta visita es el Mirador del Príncipe, desde donde podemos contemplar la vertiente norte de los Picos de Europa, la Vega de Comeya, el Valle del Güeña y, en días despejados, el Mar Cantábrico. Desde allí y, siguiendo un sendero ascendente, se accede a la majada de La Llomba, un conjunto de cabañas que los pastores usaban tradicionalmente como refugio entre los meses de abril y octubre. Desde ésta llegamos a la de Belbín, donde aún hoy, varios queseros elaboran el famoso Queso Gamonéu.
3. La Salmonera y el río Dobra. Cangas de Onís es sin duda un paraíso para los aficionados a la pesca continental. Las aguas del río Sella son famosas por su abundancia de salmones, truchas y reos. A escasos dos kilómetros de la capital del concejo, siguiendo la denominada carretera del Pontón hacia León, se encuentra el núcleo rural de Caño y, a su salida, La Salmonera. Esta Estación de Desove permite al visitante contemplar uno de los espectáculos más impresionantes del río: el remonte de los salmones en época de reproducción. Río arriba, en el límite del concejo con Amieva, se encuentra el río Dobra. Sobre este río de montaña de aguas cristalinas, se erige un puente romano similar a ‘El Puentón’ de Cangas de Onís, perfectamente conservado. Si continuamos hacia la parte alta del río nos encontramos con la Olla de San Vicente, un paraje mágico donde el río se estrecha para caer en una cascada sobre una poza con aguas verde esmeralda.
4. La Cueva de La Güelga y el Mirador de Següencu. A escasos kilómetros de Cangas de Onís, en dirección sur, se encuentra la Cueva de Güelga, una gruta fascinante tanto por su recorrido, como por los hallazgos arqueológicos descubiertos en su interior. Los investigadores han demostrado que en esta cueva laberíntica, por la discurre un río subterráneo, cohabitaron hace más de 40.000 años, neandertales y humanos modernos. Montaña arriba, se encuentra el Mirador de Següencu, una atalaya única desde donde se pueden divisar las vegas de los ríos Sella y Güeña, la Sierra del Sueve, el Macizo del Cornión presidido por la Peña Santa y a sus pies, el Santuario de Covadonga.
5. Bosque de Pome. El Bosque de Pome es el mayor hayedo del Macizo Occidental de los Picos de Europa. Para adentrarse en este paraje idílico debemos alcanzar el Mirador del Rey a través de una pista forestal que sube desde la Vega de Enol. Además de hayas centenarias, en este bosque atlántico podemos encontrar abedules, robles, acebos, castaños, fresnos, etc. La fauna aquí también es excepcional. En el interior de esta arboleda se cobijan lobos, corzos, rebecos, zorros, jabalíes y urogallos.
Cinco parajes de postal para conocer lo mejor de la naturaleza cantábrica. Pero en Cangas de Onís existen muchos más. Ven y descúbrelos.
